Apertura, transparencia y estabilidad caracterizan en la actualidad la economía canadiense. Aunque se haya conocido a este país tradicionalmente por su riqueza en materias primas, hoy disfruta de un sector servicios que despierta la admiración, incluso, de su vecino y aliado, Estados Unidos. España, en tanto, ha experimentado un notable incremento en sus relaciones comerciales con Canadá: entre 1997 y 2002 las exportaciones españolas aumentaron un 30% y las canadienses un 59%.
Según un sondeo de la consultora KPMG que mide la competitividad de los países en todo el mundo, Canadá se ubica por tercera vez en el primer puesto en el ámbito del G7 (integrado asimismo por Francia, Alemania, Italia, Japón, Estados Unidos y Gran Bretaña). "Tenemos ventajas muy substanciales como electricidad barata, una buena infraestructura, un esquema fiscal competitivo y una mano de obra barata cualificada. Con la fortaleza del euro, esta situación se ve acentuada", indica Marcel Lebleu, consejero comercial de la embajada de Canadá en Madrid.
Canadá disfruta de una de las economías más prósperas, estables y abiertas del mundo. Lleva varios años con superávit presupuestario, con inflación moderada y crecimiento del empleo. Según un informe de la Organización Mundial del Comercio (OMC), posee uno de los regímenes comerciales con mayor transparencia y apertura y se encuentra en el quinto lugar del ranking que mide las relaciones de comercio exterior. Según remarca el texto de la OMC, esta política ha permitido que su economía creciera por encima de sus socios comerciales del G-7 como Estados Unidos.
Si en el pasado Canadá era conocido por su riqueza en materias primas y productos primarios como el petróleo, el gas, los minerales, la madera o los productos agrícolas, hoy la economía canadiense se basa en el conocimiento, la innovación y la tecnología. El sector de los servicios es el principal motor de la economía junto con la industria basada en la tecnología de la información y las comunicaciones, la industria aeroespacial, la biotecnología, la microelectrónica y las tecnologías medioambientales.
El comercio exterior es primordial para el desarrollo de Canadá. En 2002 sus exportaciones representaron el 41% de su Producto Interior Bruto, la tasa más alta de los países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), una institución internacional intergubernamental que reúne a los países industrializados. Las inversiones extranjeras, que se han multiplicado por dos en los últimos diez años, desempeñan un papel fundamental en el avance de la economía canadiense.
En la actualidad, Canadá constituye un lugar muy atractivo para los capitales foráneos, sobre todo como puerta de entrada al mercado de cerca de 400 millones de consumidores que representa el Tratado de Libre Comercio Norteamericano ;"North American Free Trade Agreement", NAFTA), firmado por Canadá, Estados Unidos y México. La empresa española CEPSA, por ejemplo, cuenta con una planta en Montreal que produce para toda América del Norte. Casos similares se dan con compañías como Honda o Toyota.
La estructura y economía canadienses
Canadá posee una extensión de diez millones de kilómetros cuadrados (es el segundo país en superficie después de Rusia) y cuenta con tan sólo treinta millones de habitantes. La provincia de Ontario es el mayor centro económico del país. Su contribución al Producto Interior Bruto, su población y su empleo representa un 40% aproximadamente del total de Canadá. Toronto, su capital, es el principal centro financiero y de servicios de la nación. La industria principal es la de automoción y del transporte, que son a su vez las primeras del país.
Montreal es el centro industrial por excelencia y resalta por su industria aeronáutica y farmacéutica. Vancouver, al oeste, vive de los servicios y de los recursos naturales. Y es que Canadá dispone, por ejemplo, de casi todos los minerales necesarios para el desarrollo de la actividad económica (uranio, cinc, níquel, oro, cromo, platino, plomo y plata) siendo el tercer productor mundial de minerales no combustibles.
El país es autosuficiente en recursos energéticos y los exporta. La producción de energía se basa en los crudos, en la energía hidroeléctrica y en la nuclear. Además es la economía más intensiva en energía del mundo, debido al elevado nivel de vida, al clima duro y riguroso y a las grandes distancias. El sector energético aporta alrededor del 9% del PIB, emplea al 3% de la población activa y supera el 10% del valor de las exportaciones totales.
El desarrollo de la industria canadiense desde la Segunda Guerra Mundial ha convertido al país en una de las diez primeras potencias industriales del mundo. Igualmente ha ocurrido con el sector servicios. El impulso del sector secundario se ha basado en gran parte en la gran dotación de los recursos naturales, entre ellos energía a bajo coste.
El sector industrial de Canadá ha recibido abundante inversión extranjera, sobre todo, de Estados Unidos. El control ejercido desde el exterior en este sector se cifra en torno al 52%. En productos químicos y textiles es del 72%; en productos eléctricos, del 66%, y en madera y papel, del 45%. Canadá es un país receptor neto de inversiones extranjeras. El principal, naturalmente, es Estados Unidos con el 62% del volumen total de capital extranjero invertido. Le siguen el Reino Unido y Japón.
Las inversiones de capital de Canadá en el extranjero no han parado de crecer a lo largo de los años. El país que recoge el 60% de su stock de capital es EE UU, en el sector manufacturero principalmente. Después se encuentra el Reino Unido, Australia, Bermudas, Brasil, Bahamas y Francia. Destaca la importancia que recientemente están adquiriendo las inversiones canadienses en Latinoamérica, como es el caso de México, Cuba o Chile, con quien firmó un Acuerdo de Libre Cambio en 1996.
"En lo que respecta a I+D, tenemos una política fiscal muy competitiva. Es un 30% más barato investigar en Canadá que en EE UU, lo que permite recuperar la inversión rápidamente”, destaca Marcel Lebleu. Hay muchos casos en la industria farmacéutica o en telecomunicaciones. Ericsson, por citar uno, tiene su central de investigación en el país.
Un país que apuesta por el multilateralismo
Canadá es un firme defensor de la apertura de los mercados internacionales y apoya activamente los objetivos de liberalización comercial de la OMC. En 1992 firmó el NAFTA: "El gobierno está convencido de que este acuerdo es una bendición para nosotros. Su diseño es muy diferente del de la Unión Europea. Se trata de dar elementos de derecho a las relaciones comerciales; no hay un plan de integración política como en Europa y no existe una infraestructura como en Bruselas", expresa Marcel Lebleu.
Asimismo, Canadá promueve el establecimiento de tratados regionales y bilaterales, tales como el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Aún pendiente de firma por las posiciones contrapuestas de sus potenciales miembros, el convenio incluiría a los 34 países americanos menos Cuba. El bloque Canadá- México-Chile (que ya tiene acuerdos comerciales con EE UU) insiste en establecer un pacto amplio en el que se incluyan los capítulos de servicios, inversiones, normas de compras gubernamentales y protecciones de la propiedad intelectual.
Estos temas son "opcionales" en el actual plan de EE UU y Brasil. Los dos gigantes del continente han encontrado la forma de limar sus diferencias y proteger sus intereses. Según la versión brasileña y estadounidense, se debería crear un primer nivel que excluyera los puntos de controversia –como los subsidios agrícolas de EE UU que Brasil quiere eliminar o la protección de la propiedad intelectual que los estadounidenses tratan de imponer–, y un segundo nivel en el que tendrían cabida acuerdos plurilaterales. "Si firmamos un acuerdo, lo hacemos de verdad", afirma Lebleu.
Sin embargo, admite que hay economías de niveles muy distintos y que no se puede comparar EE UU, "el gigante" del mundo, con Haití que está a 200 km y es una de las más pobres. "Existe una gran asimetría pero creemos que el acceso a nuestros mercados sólo puede ser algo positivo para estos países y, en nuestro caso, también es primordial tener un marco legal", agrega. En el ámbito asiático participa en el foro de Cooperación Asia-Pacífico (Asia-Pacific Economic Cooperation, APEC) junto con Australia, Corea del Sur, Chile, China, Estados Unidos, Filipinas, Indonesia, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú y Rusia, entre otros. Además está negociando un acuerdo bilateral con Singapur.
EE UU y Canadá, un matrimonio inseparable
"Nuestras economías están muy integradas. Los americanos invierten en Canadá y nosotros en EE UU. Sin embargo, las empresas realizan racionalizaciones y eligen conservar sólo una fábrica para toda América del Norte, por lo tanto también existe cierta competencia", señala Marcel Lebleu. El consejero explica que ambos países tienen sistemas políticos y sociales muy diferentes y que cada uno es muy celoso de sus asuntos domésticos. "En Canadá, por ejemplo, no hay medicina privada. A nosotros nos gusta decir que somos el puente entre Europa y EE UU", subraya.
Las exportaciones de EE UU a Canadá representan el 2% del PIB de ese país mientras que, a la inversa, el porcentaje se eleva al 25%. Sin embargo, el consejero comercial apunta que cuando se habla de dependencia, "mejor depender del mercado más grande y dinámico del mundo que de cualquier otro. Si uno puede competir en EE UU, lo podrá hacer en cualquier país".
Es notorio el hecho de que Canadá es el país con mayor crecimiento del G7 y, no obstante, su postura en política exterior es muy discreta. Lebleu sostiene: "Canadá no pretende ser una superpotencia. Creemos en el multilateralismo, lo que se pudo comprobar en la postura que tomamos en cuanto a la guerra de Irak (en la que este país no participó ni apoyó a su vecino). No queremos imponer nuestra visión al resto del mundo ni tampoco tenemos los recursos para hacerlo".
Canadá y Estados Unidos tienen la frontera comercial con mayor actividad del mundo. Cada día pasan mil millones de dólares en productos de un lado al otro. Este límite no se gestiona como en la Unión Europea; hay que realizar trámites aduaneros pero en la mayoría de los casos se puede hacer un pre-clearing electrónico o despacho previo para penetrar en el país. La administración de la frontera, sobre todo después del 11 de septiembre, tiene rango de prioridad para el gobierno canadiense, que quiere minimizar los riesgos pero al mismo tiempo tener un intercambio fluido con sus socios.
Por eso firmó con EE UU una declaración llamada "Frontera Inteligente" que promueve el aumento de la seguridad fronteriza a través de despachos aéreos previos, inspecciones detalladas, registros de pasajeros pormenorizados, controles constantes en las terminales, armonizaciones de los procedimientos comerciales, intercambios de datos entre ambas aduanas y revisiones de contenedores en tránsito en los puertos.
"Estamos en negociaciones con algunos puertos españoles (especialmente con el de Valencia, desde donde parten la mayor cantidad de mercancías rumbo a Canadá) con el fin de que desde la salida de los productos en Europa éstos tengan un nivel de seguridad garantizado en un sentido extenso, incluyendo bioseguridad, migraciones y terrorismo", revela Marcel Lebleu.
El reciente noviazgo entre Canadá y España
Durante los últimos años las relaciones comerciales entre ambos países han experimentado un notable incremento: entre 1997 y 2002, las exportaciones de mercancías de Canadá a España aumentaron un 59% y las ventas españolas un 30% (en 2002 tuvieron un valor de 646 millones de euros). "Las filiales de las empresas canadienses en Europa venden mucho más allí que lo que podemos exportar desde nuestro país. La presencia a través de la inversión es muy relevante", reconoce Marcel Lebleu.
De hecho, el aumento de las inversiones entre España y Canadá a lo largo de los últimos años se ha multiplicado por cuatro: pasó de 371 millones de dólares canadienses (1 dólar canadiense son 0,66 euros, por lo que el total son 244 millones de euros) a 1.502 millones. Durante estas fechas, las inversiones de este país en España se han multiplicado por tres. Hoy son, por lo menos, 44 las empresas de Canadá que tienen presencia comercial en la Península, que en 2002 se centraron principalmente en el sector de la informática y en la construcción.
En cuanto a la inversión española en Canadá se ha multiplicado por cinco, en 2002 fue de 558 millones de dólares canadienses (364,3 millones de euros). Destacan las obras de Ferrovial en Ontario, las del grupo CEPSA para la edificación de fábricas de productos químicos en Quebec, así como las de Telvent e Iberdrola en proyectos de energía eólica. Por otra parte, el interés cada vez mayor que los dos países comparten por Latinoamérica está originando destacados proyectos de cooperación empresarial en esta parte del mundo. Agrium, un productor canadiense de fertilizantes destinados a la agricultura, y Repsol-YPF, por citar un ejemplo, han invertido conjuntamente 600 millones de dólares canadienses en Argentina, para la creación de la compañía Profertil que dispone de la mayor fábrica de urea del mundo.
Bombardier, un gigante canadiense de la industria del transporte y la empresa de material de transporte española CAF han unido sus fuerzas para conseguir un contrato de 500 millones de dólares canadienses para la construcción de 405 nuevos vagones de metro para México D.F. La constructora Dragados e YVRAS, el organismo canadiense de administración aeroportuaria de Vancouver, llevarán a cabo conjuntamente las obras de expansión del aeropuerto internacional de Santiago de Chile, un contrato por valor de 200 millones de dólares canadienses. Además, estas dos últimas empresas participan en un consorcio internacional que realizará las obras de renovación y expansión del aeropuerto de Sangster (Jamaica).
Existe también cooperación en el área científica entre ambos países. Genoma España y Genoma Canadá trabajan juntos en varios proyectos. "Canadá quiere ser para 2010 uno de los países que más invierte en ciencia y tecnología y en I+D; un plan que queremos concretar junto a nuestros socios y España es uno de ellos", concluye Marcel Lebleu, consejero comercial de la embajada de Canadá en Madrid.