La tecnología RFID o de identificación por radiofrecuencia nace como una evolución del código de barras para agilizar el intercambio de información mediante el uso de ondas de radio.
De hecho, este sistema surge por la dificultad para leer con rapidez códigos de barras en movimiento o en condiciones que impiden una visión directa entre el lector y la etiqueta. En el ámbito logístico, por ejemplo, es útil para compañías que requieren más agilidad en las entradas y salidas de pedidos del almacén.
Por suerte, en los últimos años el acceso a la RFID se ha ido democratizando. Si bien una famosa y fallida prueba piloto de Walmart en 2006 en ocho almacenes de Texas (Estados Unidos) demostró ser poco rentable, hoy en día es una opción económicamente más atractiva al haber disminuido notablemente el coste de las etiquetas RFID.
¿Qué es el RFID?
El sistema RFID, acrónimo del inglés radio-frequency identification, es una tecnología que tiene como objetivo la identificación y registro de datos. De hecho, el sistema se basa en el uso de etiquetas inteligentes o tags RFID, que son transpondedores de radio (es decir, que al recibir una señal responden con otra). Estas etiquetas contienen información del producto que puede ser leída a lo largo de toda la cadena logística. De esta manera, podemos realizar más fácilmente un seguimiento de la mercancía y conocer aspectos importantes sobre ella (origen, destino, fecha de caducidad, etc.).
¿Cuál es la principal novedad con respecto a los códigos de barras? No se requiere una línea de visión directa entre la etiqueta y el lector, basta con que se encuentre cerca para leer el tag.
Ventajas de la RFID
El sistema RFID aporta múltiples ventajas en las operativas de almacén. Estos son sus principales beneficios:
- Identifica y localiza la mercancía de forma más rápida, ya que elimina la necesidad de disponer de una línea visual directa entre el lector y la etiqueta.
- Facilita un flujo de trabajo más eficiente.
- Permite un control sobre la trazabilidad del producto mucho mayor que su predecesor gracias a una mayor precisión y facilidad de uso. De hecho, un estudio de la Universidad de Arkansas señala que las empresas que implantan RFID reducen en un 16% sus roturas de stock.
- Garantiza una mínima intervención humana en el proceso de lectura de etiquetas, además de reducir los flujos de movimientos de personal dentro del almacén.
Desventajas de la RFID
Implementar la RFID en una instalación también presenta inconvenientes. Estos son los más importantes:
- Errores cuando hay múltiples etiquetas cerca. Se da especialmente en instalaciones con muchas referencias. En operaciones de picking este método es ineficaz, pues la señales de las diferentes etiquetas distorsionan las lecturas del operario.
- Dificultad de lectura con ciertos materiales. La señal RFID tiene dificultad para atravesar metales o líquidos, con lo que este sistema resulta ser ineficaz con estos materiales.
- Mayor coste. En comparación con los códigos de barras, la tecnología RFID supone una mayor inversión. Y no solo por las etiquetas, ya que los lectores RFID cuestan, actualmente, unas diez veces más que los de códigos de barras.
- Difícil implementación. Instalar un sistema de RFID en un almacén requiere una planificación compleja y costosa para la compañía. Además, para aprovechar bien la tecnología, debe ser implementada a lo largo de toda la cadena logística, algo complicado cuando trabajamos con una gran variedad de proveedores y clientes.
Software y RFID
Con el fin de garantizar un incremento en la eficacia y productividad de una instalación al incorporar un sistema RFID, es habitual integrar los terminales de radiofrecuencia en un sistema de gestión de almacenes. Esto permite eliminar los errores logísticos derivados de la gestión manual.
De esta manera, en combinación con un SGA, esta tecnología posibilita:
- Reducción de roturas de stock en el almacén, al permitir un control más exhaustivo de nuestra mercancía
- Ahorro en costes y tiempo en el almacén, ya que una mayor precisión facilita tener un stock más ajustado a nuestras necesidades.
- Control del estado de la mercancía, dado que podemos acceder a las fechas de caducidad de cada producto. Es especialmente útil en industrias donde la trazabilidad del producto es indispensable, como la agroalimentaria o la farmacéutica.
El lector y tipos de etiquetas RFID (activas / pasivas)
La tecnología de identificación por radiofrecuencia requiere lectores y etiquetas RFID, que incorporan un chip con la información del producto. Cuando estas entran en el radio de acción del lector, la información es captada automáticamente y es el propio lector quien comunica la información del producto al SGA a través de un middleware.
Elementos que conforman la tecnología RFID:
- Etiqueta RFID: está formada por una antena, un transductor de radio y un chip. La antena transmite la información al terminal de radiofrecuencia. Estas etiquetas, que cuentan con una memoria interna con diferente capacidad según el modelo, pueden ser de dos tipos:
- Etiquetas RFID pasivas: disponen de un microchip, una antena y un soporte físico. El lector de radiofrecuencia activa el microchip y le suministra la energía necesaria para que este responda con la información del producto.
- Etiquetas RFID activas: son más complejas, ya que disponen de fuente alimentación propia (normalmente, una batería de larga duración). Además, a veces tienen más de una antena, para interactuar con diferentes lectores simultáneamente, y también pueden incorporar sensores u otros componentes. Su tamaño suele ser mayor, son más costosas y con una vida útil más reducida. A cambio, envían datos a mayor distancia y son menos vulnerables a las interferencias.
- Lector de RFID: incorpora una antena y un decodificador. El lector comprueba periódicamente las etiquetas inteligentes que hay en su radio de acción. Si detecta alguna, el terminal lee y procesa la información que esta le envía.
- Middleware RFID: se encarga de recoger y transmitir la información de los lectores a un sistema centralizado. Por lo general, se conecta con un sistema de gestión de almacenes, que es el que analizará estos datos.
Aplicaciones de RFID en el almacén
En un contexto cada vez más complejo, donde el almacén demanda más agilidad también en sus procesos, pero sin caer en errores ni ineficiencias, las etiquetas RFID facilitan la trazabilidad del producto en cada fase logística.
Desde el seguimiento de los movimientos de la mercancía hasta el control de los vehículos que entren en la instalación (camiones o equipos de manutención), las posibilidades de este sistema son infinitas.
Por ejemplo, la tecnología RFID dotará de seguridad y rapidez a los ciclos de entrada y salida de productos, pues garantizará el control de información tanto en la recepción de mercancías como en su expedición hasta los muelles de carga.
De hecho, un ordenador conectado a los terminales de radiofrecuencia, a través de un sistema de gestión de almacenes, puede tener visibilidad en cuanto a la disponibilidad de stock en tiempo real en toda la instalación y transmitirla inmediatamente a los otros participantes de la cadena de suministro.
Sin embargo, con la tecnología actual, es prácticamente imposible gestionar procesos de picking con RFID, ya que el lector recibe múltiples señales que alteran la lectura y esto puede conducir a preparar pedidos erróneos. Actualmente se están probando diferentes soluciones, como las tarjetas de bloqueo, aunque se han demostrado costosas e ineficientes.
RFID, sistema para optimizar el almacén
La tecnología de identificación por radiofrecuencia supone una evolución del almacenamiento e intercambio de datos del producto por medio de códigos de barras tradicionales.
De esta manera, las etiquetas RFID permiten optimizar tiempo y costes logísticos en las instalaciones que las implementen, pues, juntamente con un sistema de gestión de almacenes, automatiza decenas de procesos como el registro de entradas de producto o el control de la producción sin necesidad de verificaciones.